En 1967 se aprobó el trasvase Tajo-Segura, una obra de ingeniería hidráulica que llevó en 1979 las primeras aguas desde el río Tajo, en la vertiente atlántica de la Península, a las tierras del Levante español, dentro de un plan que pretendía atajar los desequilibrios hidrográficos entre la España húmeda y la España seca, impulsar la actividad económica agrícola de las provincias de Alicante, Murcia y Almería, con un potencial lumínico único en Europa, mediante la puesta de 140.000 hectáreas de regadíos, con la finalidad de mejorar nuestra balanza comercial y activar nuestras exportaciones de frutas y hortalizas.
Los agricultores del Levante, entre ellos los alicantinos, nos tomamos tan en serio esta encomienda, que con un aporte externo de solo 400 hectómetros cúbicos al año conseguimos crear la huerta de Europa, donde estas tres provincias cosechan el 70% de las verduras y el 25% de las frutas que exporta España a todo el mundo, habiendo situado a España como el tercer país a nivel mundial exportador hortofrutícola.
Ahora, con todo lo que ha costado construir esta potencia productora, políticos que no entienden lo que es gobernar por el bien común de una nación nos acusan de “robar” y nos tachan de depredadores del agua. Y para atajar nuestro mal comportamiento han comenzado a ejecutar una hoja de ruta con la que pretenden apagar definitivamente el Trasvase. Eso sí, para justificarse ante la exterminación de la mayor obra hidráulica de este país no han dejado de fabricar mentiras con las que criminalizarnos ante la opinión pública y que paso a enumerar:
En primer lugar, nos han acusado del mal estado del Tajo entre Aranjuez y Toledo. Recientemente ha quedado demostrado y asumido por la propia ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que el mal estado del Tajo en Toledo se debe a la falta de depuración del agua residual de Madrid.
En segundo lugar, durante años los políticos han difundido el mensaje de que los agricultores manchegos y levantinos estábamos enfrentados por el uso del agua del Tajo, puesto que esta agua debería ser para los manchegos. Ahora han sido los propios agricultores de La Mancha los que, tras ver que en la propuesta del Plan de Cuenca de Tajo se nos recorta el agua para tirarla al mar y, encima, por Portugal, se han pronunciado a favor del mantenimiento del Trasvase, indicando que bien administrada hay agua para ambos territorios.
La tercera gran mentira es la referente al caudal ecológico. En la propuesta del plan de Cuenca del Tajo proyectan elevar el caudal ecológico del río a su paso por Aranjuez hasta un total de 8,6 m3/seg. Para ello, aportan un estudio que justifica tal incremento de caudal. Pero el estudio esta falseado, según demuestra uno de los mayores expertos en agua del país, el Catedrático de Hidráulica de la Universidad Politécnica de Madrid y asesor de Pedro Sánchez, Luis Garrote, que afirma que el Ministerio ha aplicado una metodología obsoleta porque dicho caudal debe ser de 6,2, un 27% menos, y muy parecido al actual.
La cuarta invención relaciona el Trasvase Tajo-Segura con la falta de agua potable de los pueblos ribereños de los embalses. Y es que, los habitantes de estos pueblos han sido usados como rehenes de los intereses de los políticos. A pesar de que los regantes del trasvase hemos pagado más de 450 millones de euros para compensar a las zonas cedentes del agua, los políticos no han querido invertirlos en estos pueblos para mejorar sus condiciones y han optado por mantenerlos con falta de suministro de agua potable, con tal de soliviantar sus ánimos y, con ello, acusarnos a los regantes de robarles el agua y ser los responsables de su nefasta situación. Ahora, Teresa Ribera les promete invertir 40 millones de euros en tuberías y, con ello, dotar de agua potable a todos los pueblos. Es decir, no es un problema de no tener agua, que tienen, es un problema de no tener tuberías, que podían tenerlas si sus políticos hubiesen invertido lo que hemos pagado los regantes.
No puedo cerrar este artículo sin citar la última gran falsedad de este Gobierno. Hablo de la alternativa de la energía fotovoltaica para reducir el coste energético de la producción de agua desalinizada para riego que ahora nos quieren vender. Imposible por dos motivos: uno, porque para que esta reducción fuera efectiva la instalación fotovoltaica a construir necesitaría 500 hectáreas de superficie, inviable desde el punto de vista territorial. Dos, porque una planta desalinizadora puede funcionar como máximo ocho horas con energía solar, pero el resto del tiempo necesita de la convencional. El resultado es que, para resolver el problema que van a generar con el cierre del acueducto Tajo-Segura, nos someten a uno mucho mayor: hipoteca energética y contaminación ambiental. Por tanto, que una ministra para la Transición Ecológica nos diga que la sustitución de agua trasvasada por agua desalinizada va a ser una opción económica y medioambientalmente sostenible es grave, falso e incongruente y demuestra su absoluta capacidad para ocupar el cargo.
Hoy más que nunca merece ser recordada la frase del ilustre ministro socialista en la Segunda República, Indalecio Prieto, promotor del Trasvase Tajo-Segura, que puso en marcha y defendió el proyecto para sacar de la miseria al Sureste: “quienes se oponen al Trasvase Tajo-Segura son unos miserables traidores a España”.
José Vicente Andreu,
Presidente de Jóvenes Agricultores ASAJA Alicante