El agricultor denuncia la desprotección frente a animales capaces de destrozar hectáreas en busca de alimento. «Pueden hacer daños muy grandes, dejan el terreno arrasado». Así resume Ricardo Ferri el terrible efecto de la fauna salvaje en los campos de cereales de la provincia de Alicante. Jabalíes y arruíes son dos de las especies a las que culpan de serios daños al sector: «Muchos campos se dejan de cultivar».
Ricardo Ferri, agricultor que cultiva en varios municipios de la comarca de l’Alcoià, cuenta a EL ESPAÑOL que aún tiene presente el año pasado: «Me arrasaron más de 20 hectáreas». Un terrible daño económico que le pudo haber arruinado.
Él se salvó, pero otros compañeros no tuvieron tanta suerte: «En esta zona hay muchas fincas que se han dejado de cultivar porque es inviable, porque como se lo van a comer todo los animales, pues ya no lo cultivan, no lo siembran y se dejan abandonadas».
Arruís en el Monte de Alicante.
Y el problema, como cuando caen las fichas del dominó, arrastra a los demás. «¿Qué es lo que ocurre cuando dejamos un campo en abandono? Los animales si llegan a ese campo y no hay comida, bajan al siguiente, al primero que encuentren: acuden donde esté la comida».
La preocupación de Ferri, delegado en Asaja Alicante, la comparte su presidente José Vicente Andreu, quien recibe también las otras alertas en la provincia de quienes cultivan cerezas, olivos, manzanos o granadas.
«Estamos ante un problema muy serio tanto para la agricultura como para la ganadería», subraya a este periódico. Estos «animales de gran porte tienen una capacidad de destrucción importantísima: lo comen todo».
Especies invasoras
El problema con arruíes o jabalíes no es de ahora, pero los agricultores estallan ante la gravedad de un fenómeno que va creciendo. Un proyecto anterior de la Generalitat estudiaba la expansión de los primeros, una especie de cabra montesa que se introdujo para la caza en España en los 70.
De los 127 puntos de observación para arruíes abiertos desde 2020, 94 están distribuidos por toda la provincia de Alicante, salvándose apenas la comarca de l’Alacantí de su presencia.
Andreu explica que, «para la agricultura se agrava en años secos, porque en años de mucha lluvia en el monte, donde normalmente se ubican estos animales, hay comida y no hacen tanto daño». Así les pasó en los últimos tres.
Unas aceitunas en el olivo.
Al hablar de estas especies, a Ferri se le calientan los ánimos. «Quienes mantienen los animales somos nosotros. A coste cero», critica sobre el impacto que tiene en sus presupuestos. «Nosotros los alimentamos y, nada, los disfruta todo el mundo».
¿Qué hacer entonces? Los agricultores esperan que la Generalitat les responda. «La Administración delega la responsabilidad en los cotos particulares de caza para el control de la fauna salvaje», explica Ferri, «pero la Administración es la que tiene que dar permisos para que se cace o no».
Y con una alta tasa de reproducción, ambas especies están al alza y por eso están catalogadas como invasoras. De hecho, como explicaba el anterior Consell están marcadas «con directrices de gestión encaminadas a la erradicación».
Eso no se ha conseguido y de ahí que Ferri reclame que si «no se los llevan a zonas donde no vayan a producir daños, en zonas montañosas o lo que sea, que venga un técnico que valore los daños que hay en las explotaciones agrícolas y que nos indemnice».
Fuente: El Español de Alicante