Durante las últimas semanas estamos viendo cómo en las cuencas del Tajo, Duero, incluso en el Guadiana y Guadalquivir, las lluvias están siendo generosas con los campos, permitiendo a los embalses recuperar su capacidad.
No así en la cuenca del Segura, en la que los tres grandes embalses están agonizando hasta el punto en que, de seguir así, en vez de agua solo quedará lodo en el fondo, lo que supondría una auténtica ruina para la agricultura no solo de la Vega Baja y el Camp D’Elx, sino para el conjunto de la economía alicantina, pues ambas comarcas concentran el 90% de la renta agraria de la provincia.

Según dice el MITECO, estos pantanos cuentan con unas reservas de 233 hectómetros cúbicos, diez menos respecto a la semana pasada, con una media del 20,4% de su capacidad total. Y por si faltara algo para ensombrecer más aún el panorama que se cierne para estas dos comarcas tan importantes, el otoño está siendo extremadamente seco, con temperaturas muy cálidas que nos obligan a regar casi lo mismo que en verano. Lo peor es que si miramos las previsiones, no parece que las lluvias vayan a hacer acto de presencia en las siguientes semanas, con lo cual el escenario es cuanto menos desalentador.

En teoría, como salvavidas de último recurso, tanto el Gobierno central como la Generalitat nos prometieron el agua desalada de Torrevieja. Algo que desde ASAJA Alicante nunca hemos visto como “la solución”, sino como una parte del todo, como una alternativa más para solventar el problema hídrico de este territorio. Sin embargo, las promesas se esfumaron como por arte de magia con unos informes de dudoso fundamento y bajo la inacción del anterior Consell, dejando a la Vega Baja y más concretamente a la zona de la Pedrera, casualmente la más próxima a la desaladora de Torrevieja, casi sin agua desalada. Nadie lo entiende, y menos los regantes, pero así están las cosas. Siendo realistas, y conformándonos con migajas, el único aporte que podría dar alguna seguridad para los próximos meses es el agua desalada, pero de los 25 hectómetros cúbicos con los que debíamos de contar en Alicante, solo llegará la mitad, no más de 13.

Por si todo ello no fuese suficiente, desde mayo a septiembre, la ministra Teresa Ribera nos recortó el Tajo-Segura hasta la mínima expresión cuando más falta nos hacía para sacar nuestros cultivos adelante. Ello ha llevado a las comunidades a agotar reservas, tanto que algunas de ellas no pueden siquiera suministrar agua a sus regantes. Sin duda alguna, las tierras alicantinas hemos sido las grandes perdedoras de los recortes de agua que impone al incrementar los caudales ecológicos del alto Tajo.

Es cierto que se están desarrollando proyectos para recuperar agua regenerada en Alicante. Pero estos darán resultado a medio plazo, no antes de 2027, fecha que se aventura muy lejana para los sufridos agricultores alicantinos. Como agricultor, regante y presidente de una asociación agraria quiero manifestar que de no arbitrar soluciones inmediatas, será demasiado tarde para nuestro campo, que se muere por falta de agua. Y puntualizar que siempre vamos a necesitar la del trasvase para poder mezclar.

Ante este grave escenario solo caben dos soluciones. En primer lugar, para el regadío tradicional exigimos que se extremen las medidas de control de las aguas regeneradas que llegan a la Vega Baja desde Murcia, pues en un escenario de escasez la calidad es de vital importancia, y en segundo lugar, en cuanto al regadío asociado al trasvase Tajo-Segura, defendemos que se mantenga con las reglas de explotación que han estado vigentes los últimos años, y apelamos a la solidaridad de los regantes valencianos y a la acción de las administraciones al objeto de aplicar soluciones transitorias que permitan seguir con la actividad de nuestros campos. Ahora más que nunca, esto se ha convertido en una emergencia, ¡SOS hídrico por la Vega Baja y el Camp d’Elx!


José Vicente Andreu, presidente de ASAJA Alicante

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