“Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera”. A los alicantinos, este árbol nos acompaña desde los albores de la historia, normalmente asociados a instantes de alegría. De hecho, así lo reflejaba el poeta Miguel Hernández en la «Elegía a Ramón Sijé», en homenaje a su amigo y paisano fallecido. Tras el canto desgarrado de dolor, expresaba el deseo de retorno a la felicidad asociado a rememorar las buenas vivencias en el huerto y su higuera.
Nadie puede negar que forma parte de nuestra cultura y así lo aceptamos, casi como algo natural. Su fruto anuncia el comienzo del verano y se luce como nunca durante las Hogueras: Per Sant Joan, bacores, verdes o madures, pero segures. Y para quienes no lo supieran, además es el árbol característico que representa a la Universidad Miguel Hernández.
Agronómicamente, se puede afirmar que es la planta que mejor aguanta las aguas y suelos salinos. De igual forma se siente cómoda cuando el calor aprieta, así como también soporta bastante bien las heladas. Donde hay una higuera, hay vida y biodiversidad. Y todo ello con una humildad digna de sabios, pues mucho representa y nada aparenta.
Para ser más preciso, es el único frutal capaz de dar dos cosechas en un solo año, y esto ocurre solo en la provincia de Alicante. Las primaverales brevas y los veraniegos higos constituyen un placer infinito para el paladar.
Pero hay más. Al margen del valor social y gastronómico, un equipo internacional de científicos ha concluido hace pocos días que es el árbol más eficiente en la lucha contra el cambio climático, pues no hay otro capaz de trasformar el dióxido de carbono atmosférico primero en oxalato de calcio y finalmente, con ayuda de la microbiota del suelo, en carbonato cálcico mineral, “secuestrándolo” de forma definitiva y contribuyendo así a reducir la contaminación. Mientras que el resto de las plantas trasforman el CO2 atmosférico en materia orgánica que acabará volviendo a la atmósfera, la higuera lo descarta de forma fulminante, y lo convierte en un mineral que mejora la estructura y la fertilidad del suelo. Por tanto, podemos afirmar que se puede constituir como una herramienta clave en la regeneración de suelos y en la descarbonización del planeta.
Tras una magnifica campaña de brevas, en unos días llega la de higos con esperanzadoras expectativas de calidad y cantidad. Cifras que devuelven a esta provincia el brío productor de este cultivo, estos últimos años mermado por la sequía o abundantes lluvias cuando no tocaba. Pero para que el círculo se cierre de forma casi perfecta, animo a ciudadanos y turistas a consumir higos alicantinos, fruta de temporada que, ahora ya saben, no solo endulza el paladar, sino también conserva el planeta y contribuye a mejorar el medio ambiente.
Asimismo es justo reconocer el gran compromiso que está haciendo el Ayuntamiento de Albatera por impulsar la breva colar, que además del simbólico corte de inicio de campaña organiza unas jornadas que unen restauración, tradición y cultura, bajo el sustento de una marca de calidad que pone en valor este fruto y lo identifica con la tierra en la que se produce.
Recordemos que las brevas y los higos no son solo frutas, sino el resultado del esfuerzo y la dedicación de sus productores. Con este mensaje, envío mis mejores deseos a todos los lectores para este verano.