El pasado 19 de mayo, ASAJA entregó a la Comisión Europea el manifiesto “El castillo de naipes de la UE” y exigió garantizar una financiación sólida para la PAC, que asegure el futuro de todos los profesionales agrícolas de la UE.
Se resume en pocas palabras: Sin presupuesto, no hay PAC. Sin PAC, no hay agricultores. Sin agricultores, no hay seguridad.
A continuación se desarrolla el manifiesto entregado:
Si hay algo evidente en esta época en la que la Unión Europea encara múltiples desafíos, desde la inestabilidad geopolítica a la incerteza económica y jurídica, pasando por el cambio climático y el comercio internacional cambiante, es que la seguridad alimentaria es seguridad. En otras palabras, la UE no podrá lograr una verdadera autonomía estratégica si no blinda su sector agropecuario. La piedra angular de la seguridad europea es una política agraria robusta, común y debidamente financiada.
La Política Agraria Común (la PAC) no es solo un cimiento histórico de la Unión Europea, sino una herramienta vital y más que pertinente para garantizar la disponibilidad de alimentos inocuos, sostenibles y asequibles en todo el continente. La PAC brinda apoyo a millones de agricultores y ganaderos y a miles de cooperativas agrarias, además de sustentar las comunidades rurales y contribuir a la resiliencia económica, medioambiental y social de la UE.
Pese a ello, su armazón peligra hoy en día.
Si bien la propuesta para centralizar la financiación europea en un fondo único puede que aportase algo de flexibilidad presupuestaria, también entraña el riesgo de desdibujar la PAC en un marco más amplio y peor enfocado, con menos garantías y sin una visión común. El reemplazo de los dos pilares de la PAC por un modelo de programación nacional único debilitaría el mercado único, demoraría las inversiones esenciales y provocaría grandes disparidades entre los Estados miembro. Además de todo eso, también pondría en peligro la renta y la sostenibilidad de millones de agricultores y ganaderos, por no mencionar que comprometería la estabilidad de la cadena agroalimentaria más allá de nuestras fronteras.
El presupuesto es mucho más que una mera cuestión técnica: es una prioridad política determinante, en especial para el sector agropecuario. Sin una línea presupuestaria clara y asegurada para apoyar al sector agropecuario europeo, la política agraria de la Unión Europea podría derrumbarse cual castillo de naipes.
Por estos motivos, el Copa y la Cogeca reclaman un compromiso renovado, en primer lugar para salvaguardar una línea presupuestaria específica y un presupuesto para la PAC ajustado a la inflación dentro del próximo Marco Financiero Plurianual.
No se trata de una nimia petición de naturaleza técnica, si no de una necesidad estratégica.
La fortaleza de la PAC reside en su carácter comunitario. La estructura actual de la PAC, cimentada en el Fondo Europeo Agrícola de Garantía (FEAGA) y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader), aporta un buen equilibrio entre las ayudas directas y focalizadas y la inversión a largo plazo. La fusión o la absorción de estos fondos en un marco de cohesión más amplio serían catastróficas para el desarrollo rural y la estabilidad del sector agropecuario.
Las múltiples transiciones que la UE exige al sector agropecuario europeo solo se podrán culminar si se financian de forma adecuada.
La PAC debe seguir siendo la médula espinal de toda estrategia de la UE en materia de alimentación y agricultura, tal y como se prevé en los Tratados de la UE, pero no solo desde la retórica, sino con los verdaderos recursos que necesita. Por eso no podemos aceptar que se desdibuje la PAC en un fondo único ni cualquier intento de renacionalización, como tampoco podemos aceptar que se presente de forma precipitada una propuesta sobre la próxima PAC en el mes de julio a la par que el MFP para después de 2027 sin aportar certeza alguna en cuanto a los recursos disponibles y la gobernanza, o sin recabar debidamente los pareceres del sector.
Ante todo, debemos reconocer que sin un enfoque firme y común en materia de agricultura, no habrá estabilidad duradera, ni para los agricultores, ni para la cadena agroalimentaria, ni para Europa. Ahora que la Unión Europea empieza a trazar el rumbo para los próximos años, hay que considerar el presupuesto de la PAC como lo que es: una elección política decisiva sobre la dirección que tomará la UE, sobre su cohesión y su futuro.