He de reconocer que a mí, agricultor, regante e incansable luchador por el agua para Alicante, me cuesta seguir el argumento de esta interminable batalla por disponer de este recurso, endemoniadamente enredada con la pelea política, y que estos meses está batiendo récord de anuncios, dictámenes, sentencias judiciales y otros despropósitos.
Lo de los caudales “ideológicos” suma un nuevo episodio con una sentencia que ni el que todo lo sabe es capaz de descifrar. Necesariamente, el Tribunal Supremo tendrá que emitir una nueva resolución para aportar claridad. Nos tendrá que decir si el estado de excitación del líder castellanomanchego tiene sentido, si por cada metro cúbico que se quita al Levante, a Castilla la Mancha le quita dos, para seguir regalando más agua a Portugal y al Atlántico mientras al Tajo siguen llegando las negras aguas residuales desde Madrid y la propia Mancha. A priori, poco que celebrar, señor Page.
Lo cierto es que, por complicado que sea interpretar ese texto, es un duro varapalo a la política hídrica del Gobierno de Sánchez por supeditarse a criterios que de técnicos no tienen nada.
Pero llueve sobre mojado -y nunca mejor dicho- en esta atolondrada primavera. Entre lluvia y lluvia se emitía el borrador de las nuevas reglas de explotación del acueducto en el actual ciclo de planificación, sin preámbulo y sin saber el alcance temporal de dicho documento.
Y, por si faltara emoción en esta película de terror con guion de comedia, aparece otro factor en juego: en un escenario en el que el Gobierno no es capaz de sacar adelante el proyecto de interconexión de la desaladora de Torrevieja con las redes de canales del Tajo Segura, ni la planta fotovoltaica que supuestamente abarataría el agua desalada a costa de arruinar a San Miguel de Salinas, va el PSOE y anuncia la construcción de otra desaladora de 100 hm³ en Torrevieja. ¿A quién pretenden engañar? La desalación tan solo puede ser complementaria para lograr los 400 hm³ para el regadío del trasvase, jamás sustitutiva por su coste y mala calidad. Y lógicamente, la interconexión con los canales de la histórica infraestructura es necesaria, pero sin que se repercuta el coste de la inversión y ejecutada sin afecciones ambientales.
La semana pasada, el Consell quitó el polvo del olvido al PRON (Plan de Ordenación de Recursos Naturales) del Parque Natural de las Sierras de Escalona, Pujalvarez y El Cristo, aprobándolo y blindando 19.000 hectáreas ante la posible construcción de grandes infraestructuras hídricas, con el objetivo de recordar al MITECO que nuestros espacios naturales también deben ser conservados. No es poca cosa, pues en él se incluye el embalse de La Pedrera, así como la posible ubicación de los embalses de agua desalada para que llegue a Murcia y Almería.
Para terminar de cuadrar este círculo de desatinos, nos niegan la financiación para desarrollar el mayor proyecto de recuperación de aguas regeneradas de Europa, el Vertido Cero, que lejos de ser de regadío, es un plan de mejora ambiental para Alicante y su Bahía, actuando los agricultores como pieza clave para que el conjunto de ciudadanos pueda disfrutar de un entorno más sano.
El gobierno es absolutamente miope a las propuestas de futuro, máxime si vienen de Alicante. Y que conste que no es victimismo, es desesperación. ¿Qué más nos queda por ver a los agricultores que dependemos del agua para sacar adelante nuestros cultivos, nuestras vidas, y seguir alimentando a Europa?
Estamos hartos de la mediocridad de todos estos juegos políticos, hay mucho en juego para todos. Pero si hay algo claro es que nosotros jamás vamos a desistir de luchar por nuestra tierra, por los derechos que el propio Estado nos otorgó y que ahora nos quieren quitar. Llevan más de veinte años queriéndonos callar. Cero diálogos. Solo restringir e imponer.
Como dijo Groucho Marx en un viaje al Oeste: “Más madera, es la guerraaaa”… del agua.