La sequía causa estragos en la agricultura de la provincia con pérdidas de 65 millones de euros

La sequía, unida a las altas temperaturas, está causando auténticos estragos en la agricultura de la provincia de Alicante. Desde el inicio del año ya son cerca de 65 millones de euros las pérdidas que se llevan acumuladas, y que incluso podrían ir a más en los próximos meses de mantenerse la actual carestía de lluvias. Cultivos como la oliva, la cereza, la almendra y los cereales son los más afectados, en una dinámica en la que son pocos los productos que escapan a la extrema sequedad del terreno. Y la cosa no se queda ahí, dado que el alto coste del agua para el riego, unido a la escasa rentabilidad, está propiciando el abandono de campos de cítricos, uno de los cultivos más potentes del territorio alicantino.

Uno de los primeros cultivos en notar las consecuencias de la sequía en la provincia de Alicante fue el de las alcachofas, que sufrieron la merma de la cuarta parte de la producción, entre 6.000 y 7.000 toneladas, generando unas pérdidas superiores a los ocho millones de euros, teniendo en cuenta que los precios subieron como consecuencia de la menor cosecha.

Y fueron los primeras pérdidas porque, a partir de ahí, se han ido encadenando las malas noticias para la mayoría de los productos agrícolas, sobre todo los de secano. Las cerezas fueron las siguientes, con una caída de la producción de alrededor de un 70% y un impacto económico de unos 10 millones de euros, enlazando con ello seis campañas desastrosas.

Otro de los cultivos que viene encadenando una mala campaña tras otra son los cereales, hasta el punto de que en el actual ejercicio la producción ha sido prácticamente nula, debido a que el endurecimiento del terreno por la falta de lluvias ha impedido la germinación. ¿El resultado? Pérdidas que superan los dos millones de euros.

Pero la cosa no se queda ahí. La cosecha de almendras de la provincia también se ha visto mermada en un 60%. La floración empezó con adelanto por las temperaturas excepcionalmente cálidas del invierno y, a partir de ahí, todo ha ido de mal en peor, debido a que la ausencia de precipitaciones ha dejado a los árboles muy debilitados. Se calculan unas pérdidas de ocho millones de euros para un cultivo que también está sufriendo el impacto de las plagas, como es la xylella fastidiosa, que está obligando a arrancar miles de árboles en el norte de la provincia, y la avispilla, que es está cebando, principalmente, con los campos del Vinalopó.

Las brevas también han visto reducida la producción en un 20% debido, sobre todo, a las elevadas temperaturas, lo que generará unas mermas de ingresos que podrían rondar los tres millones de euros. También los nísperos han registrado un descenso de la cosecha del 30%, idéntica merma que se espera en la cosecha de hortalizas, por temor a la falta de agua y a las plagas. Mientras, el sector de la uva de mesa calcula que recolectará 5.000 toneladas menos.

A todo ello habrá que sumar las consecuencias de la ausencia de precipitaciones en el olivar, que después de vivir el año pasado una campaña histórica con unas cifras de negocio de 64 millones de euros por el fuerte incremento de los precios del aceite de oliva, para este año espera que la producción baje a menos de la mitad. De hecho, la sequía ha propiciado que la floración sea muy escasa, lo que reducirá los ingresos en la misma proporción.

También se deberá seguir la evolución de la uva de vinificación, dado que todo apunta a que la reducción de cosecha sea más que considerable en las zonas de secano, lo que repercutirá directamente en la producción de vinos.

Abandono de campos
Esta compleja situación, además, ha traído consigo otras derivadas, como es el abandono de campos. Este es el caso de uno de los cultivos más emblemáticos, como son los cítricos y, más en concreto, los limoneros. Según explica José Vicente Andreu, productor en la Vega Baja y presidente de Asaja Alicante, el limón ha cerrado la peor campaña de la historia y no por la falta de lluvias, sino debido a que gran parte de la cosecha se ha quedado sin recoger a causa de unos precios que tocaron fondo. «Los agricultores han tenido que elegir entre pagar 12 céntimos para que la industria se lleve los limones o dejarlos en el suelo», lamenta.

Esa circunstancia ha traído consigo, añade Andreu, que «haya productores que, debido a la falta de rentabilidad, así como al alto precio del agua para el riego, estén abandonado campos o dejándolos en semiabandono, simplemente para mantener los árboles con vida». En el primer caso, el de los limoneros que se han acabado secando, la superficie abandonada podría alcanzar el 5% de la superficie de cultivo, mientras que en estado de semiabandono se encuentran alrededor de un 30%.

Otro cultivo que ha registrado una pérdida drástica de explotaciones es el de los cereales, hasta el punto de pasar de 6.800 hectáreas a tan solo 1.355 en un solo año. También hay quienes han apostado por sustituir los cereales por los olivos. Así lo señala Ricardo Ferri, productor de l’Alcoià y el Alto Vinalopó, quien subraya que «nos enfrentamos ya al tercer año sin cosecha, y además con cada vez mayores exigencias por parte de la Unión Europea para la percepción de ayudas, todo lo cual es muy difícil de soportar».

Y, lo peor, es que todo apunta a que la situación, como consecuencia del cambio climático, va a ir a peor en los próximos años, hasta el punto de que hay cultivos tradicionales, sobre todo los de secano, que se encuentran en serio peligro de desaparición.

Fuente: Diario Información en colaboración con ASAJA Alicante

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