En el peor momento de la sequía y cuando en algunas regiones españolas como Cataluña ya se empieza a hablar de restricciones de agua, los pantanos de Entrepeñas y Buendía, de los que depende el trasvase Tajo-Segura, han comenzado el mes de febrero por encima de los 700 hectómetros cúbicos de agua embalsados. Esta cantidad de recursos hídricos permite que desde este mes se pase a una nave fase en el trasvase y pasemos a recibir 27 hectómetros cúbicos de agua mensuales, al menos durante este trimestre. Una cantidad que se aplicará de manera automática y sin que pueda ser revisada a la baja por el Ministerio de Transición Ecológica.
Hasta ahora, el trasvase se encontraba en nivel tres, lo que implicaba que por la escasez de agua la cantidad máxima que se podía trasvasar era de 20 hectómetros cúbicos al mes. Las últimas lluvias caídas en la cabecera del Tajo han permitido pasar a nivel dos, ya que el agua embalsada supera los 600 hectómetros cúbicos. En total, la cuenca del Tajo está casi al 70 por ciento y cuenta con 7.641 hectómetros cúbicos. Una situación que permite enviar mayor cantidad de agua. Este nuevo escenario coincide con que se han reanudado los envíos del trasvase, después de los meses en que se había interrumpido a causa de obras de mantenimiento.
Este mismo viernes se reúne la Junta de Gobierno de la Confederación Hidrográfica del Segura en la que se designarán a los miembros de la comisión permanente de la sequía. En dicho foro se procederá también a la lectura de un informe sobre el estado hidrológico de la demarcación. Dada la dramática situación en la que se encuentra la cuenca del Segura no se descarta el hecho de que ya se puedan adoptar medidas para el escenario de la sequía. Entre las más factibles estaría la puesta en funcionamiento de los pozos de sequía o el incrementar las restricciones al regadío, pero ninguna de las dos figura como tal en el orden del día.
La cuenca del Segura está ya al 18 por ciento y con las reservas descendiendo a niveles críticos, con 206 hectómetros cúbicos de los 1.140 para los que tiene capacidad. En estos momentos, la Confederación Hidrográfica del Segura mantiene restricciones al 25 por ciento del regadío en la zona de la Vega Baja.
Júcar
Situación distinta es la que se encuentran los pantanos de la cuenca del Júcar, que se están al 48 por ciento de su capacidad y subiendo: con 1.367 hectómetros cúbicos embalsados. Pero no en la provincia de Alicante. Tanto los pantanos del Amadorio en La Vila Joisa como en Guadalest, que abastecen a Benidorm; así como Beniarrés, en el norte de la provincia alicantina, las reservas se encuentran bajo mínimos. Especialmente en el Amadorio que tiene tres hectómetros cúbicos embalsados, aunque periódicamente va recibiendo aportaciones desde la desaladora de Mutxamel con los que mantiene los niveles.
A pesar de la buena situación en la que se encuentran los pantanos del Júcar, no llegarán a los 16 hectómetros cúbicos los que lleguen a la provincia de Alicante este año en virtud del trasvase al Vinalopó. Y estos recursos hídricos sólo se usarían para el regadío. El presidente de la Junta Central de Usuarios del Vinalopó, Ángel Urbina, ha solicitado que sean veinte hectómetros cúbicos. Tras la firma del convenio por el que se va a regir este trasvase durante los próximos diez años, este mes de febrero podría empezar a llegar el agua a la balsa del Toscar en Monóvar.
Uno de los problemas a los que se enfrenta el trasvase Júcar-Vinalopó es la limitación de las infraestructuras, motivo por el que las aportaciones se van incrementando durante los tres primeros años hasta quedar en 28 hectómetros cúbicos. Motivo por el que las comunidades de regantes han ido reclamando las obras del postrasvase que permitan llegar el agua a todas las poblaciones del Vinalopó.
Consorcio de Aguas de la Marina Baixa
El pantano del Amadorio se encuentra con niveles mínimos de agua en estos días de sequía, con tres hectómetros cúbicos almacenados, aunque desde el Consorcio de Aguas de la Marina Baixa se descarta que vayan a tener que aplicarse restricciones aún en el peor de los escenarios. Un poco más arriba en Guadalest, se cuentan con otros seis. Estos pantanos son los que abastecen a Benidorm, el gigante turístico de la Costa Blanca, Las expectativas están puestas en la primavera y que ésta traiga la ansiada lluvia a los pantanos de la provincia. Bastarían unas precipitaciones de 250 litros por metro cuadrado para que los embalses se recuperaran. Ante la falta de lluvia, el Consorcio ha diseñado tres escenarios posibles a partir de esta primavera: que siga la sequía; que llueva; o que caiga agua, pero no la suficiente, explicó a este diario el ingeniero director del Consorcio, Jaime Berenguer. Para este año se ha encargado un hm³ a la desaladora de Mutxamel, recursos con los que, junto a los acuíferos, se pretende cubrir la demanda este año. En caso de que persistiera la sequía se acudirían a entre tres y cinco hectómetros más de agua desalada, todo ello condicionado al agua de lluvia que recojan los pantanos a lo largo de la primavera. «En esta comarca estamos habituados a la escasez de agua», señaló Berenguer que sostuvo que el escenario no se podía comparar con el de Cataluña.
El Consorcio de Aguas de la Marina Baixa quiere que se actualice la cota de resguardo de los pantanos que en 2022 obligó a tirar al mar 92 hectómetros cúbicos de agua al mar, unos límites de seguridad de los embalses que hay que dejar libre por seguridad. «Se basan en índices de pluviometría tomados a más de 150 kilómetros», señaló el ingeniero director del Consorcio, Jaime Berenguer, que incidió en que buena parte de esos recursos desechados podrían arreglar las necesidades hídricas de la comarca, por lo que también piden balsas para aprovecharlos.
FUENTE: Diario Información 2 de febrero de 2024