Que la agricultura y el medio ambiente mantienen una estrecha relación y no tendrían razón de ser la una sin la otra, es una premisa que los productores de alimentos tenemos muy claro. La agricultura, además de tener la gran responsabilidad de producir frutas y hortalizas para el mundo, tiene el compromiso ineludible de realizar esta actividad de manera sostenible y manteniendo el equilibrio que permite poner en valor y desarrollar prácticas agrarias respetuosas con el medio ambiente. Por tanto, la importancia vital de la agricultura no solo se centra en el suministro de alimentos, sino que también proporciona productos de calidad diferenciada y seguridad alimentaria a nuestras mesas. Además, genera medio ambiente y mantiene los ecosistemas y el paisaje. En consecuencia, los titulares de explotaciones agrarias, consciente o inconscientemente, somos los primeros promotores medioambientales y mitigadores del cambio climático. Los agricultores, guste o no guste, somos los responsables del entorno rural y paisajístico que todavía se aprecia en los pueblos y no estamos para recibir lecciones de determinados “sujetos” que en los últimos años se han venido arriba y van al campo de visita, a pasar el fin de semana, a hacer senderismo o a pasear en bicicleta y que se creen con derecho a decirnos lo que podemos o no podemos hacer e imponernos un medio ambiente que limita y frena continuamente la actividad agraria.
En 2015, con el inicio del Gobierno resultante del “Pacto del Botànic”, se acordó integrar la Conselleria de Agricultura y la Conselleria de Medio Ambiente en una única cartera. La iniciativa resultaba, a priori, acertada, pues se pretendía coordinar y fomentar las sinergias y vinculaciones entre ambos campos y avanzar también en las asociaciones entre las zonas forestales y agrícolas para su mejora y defensa. Pues bien, 5 años después, podemos afirmar que esta medida ha sido un fiasco para la producción primaria. En primer lugar, porque desde la Conselleria existe un prioritario interés por evidenciar el peso y la importancia vital de los recursos forestales por encima y en detrimento de la actividad agraria. El desarrollo de los acontecimientos ha hecho que en la Dirección Territorial de la Conselleria de Agricultura en Alicante mande la Conselleria de Medio Ambiente, quedando los intereses agrícolas relegados a un lugar residual… dado que para cualquier movimiento nos estrellamos de forma continuada con el muro infranqueable de las exigencias medioambientales, bajo la premisa: “no hacer nada y no dejar hacer nada”.
Podría citar muchos ejemplos que dan cuenta de la servidumbre en la que ha sumido la inercia de las competencias de Medio Ambiente a la Conselleria de Agricultura, en la que el exceso de burocracia, la demora, y la parca actuación administrativa han creado la situación de que para cualquier trámite en el que la Conselleria de Agricultura tenga que informar, nos vamos a un plazo 3 a 5 años. Por ejemplo, es imposible solicitar en esta Comunidad Autónoma la construcción de un embalse para una finca agrícola; la construcción de un simple techado para ganado; conseguir la licencia ambiental de una explotación ganadera es una quimera; la rehabilitación de fincas cultivadas anteriormente están mal vistas … y, todo ello, aderezado con una creciente amenaza e injusta actividad sancionadora y recaudatoria que nos deja a los pies de los caballos por parte de los “forestales” y que está frustrando y desanimando muchas iniciativas empresariales de jóvenes. Por si fuera poco, tenemos la sensación de tener al enemigo en casa. Y el ejemplo más paradigmático lo tenemos con lo que ocurre en la Cámara Agraria de Alicante. Un inmueble pagado por los agricultores de la provincia que ahora está siendo OKUPAdo y sirve de aparcamiento gratuito para los coches de Medio Ambiente que cada día patrullan el campo para multarnos.
Por ello, consideramos, y más después del valor estratégico que ha demostrado el sector durante la crisis del Covid-19, que es el momento de reestablecer el orden natural de las cosas, de incentivar y consolidar la producción primaria, empezando por nuestras instituciones, técnicos de Conselleria y administraciones más cercanas… para que esté en primer lugar lo que es indispensable (alimentar a la población) y, en segundo lugar, lo que es importante (el mantenimiento del medio ambiente). Y esto debe ser así, ni mucho menos en detrimento del entorno, sino que se tiene que apostar por una agricultura que sea compatible, equilibrada, sostenible y no como está pasando: un medio ambiente instalado en la comodidad del “no” que limita y frena continuamente la actividad agrícola.
Eladio Aniorte Aparicio
Presidente de ASAJA Alicante – Jóvenes Agricultores