“Si además se nos complica el aporte hídrico del Trasvase Tajo-Segura en julio o agosto sería una catástrofe, porque es cuando engorda el cítrico. En caso de que no tenga el suficiente riego, el limón será de poca calidad, con un menor calibre y menos zumo”.
ASAJA Alicante manifiesta que el extremo calor que se produjo en la provincia en marzo de este año, con picos de temperaturas que superaron los 30 grados, así como la falta de lluvias en el mismo periodo han alterado la floración de los cítricos, hecho que afectará la cantidad y calidad de las naranjas y mandarinas de la próxima campaña.
La entidad agraria explica que el clima húmedo y fresco del inicio de la primavera es lo que propicia la correcta floración de los árboles de cítricos, sin embargo, este año está siendo muy atípico en cuanto a climatología, y el calor extremo de marzo ha hecho que la floración de los naranjos fuese demasiado débil, presagio de una cosecha pobre de naranjas. En cambio, mayo nos ha sorprendido con un descenso térmico y abundantes precipitaciones que ha llevado a los árboles a comportarse como si fuera primavera, por lo que han vuelto a brotar y florecer, esta vez con fuerza. Como consecuencia de esta alteración en la floración de los árboles, ASAJA Alicante asegura que el resultado será una reducción de la producción y una peor calidad de los cítricos, sobre todo de las naranjas, que como mucho serán aptas para zumo.
“Las variaciones climáticas experimentadas en lo que llevamos de año están afectando al sector primario, a una actividad sin tejado ni techo, expuesta a todo tipo de inclemencias”, afirma el presidente de ASAJA y también productor de cítricos de la Vega Baja, José Vicente Andreu. En ese sentido, la organización puntualiza que aunque es evidente que el cambio climático existe, no está de acuerdo en que se utilice como justificación de decisiones políticas carentes de rigurosidad.
La asociación explica que las flores en todo su esplendor pueden caerse en cuando hayan temperaturas de 40 grados durante dos o tres días seguidos, de manera que, estas producirán fruta de muy baja calidad, no apta para el consumo en fresco y sin valor económico para el agricultor.
La organización agraria manifiesta que las lluvias torrenciales, olas de calor, plagas derivadas de las nuevas condiciones climáticas, heladas primaverales y sequías prolongadas están repercutiendo seriamente en las explotaciones agrícolas, “sobre todo porque no tenemos herramientas para poder defendernos; el agroseguro cada día es más caro y tiene menos cobertura, y lo que debería ser un paracaídas de socorro no termina de ser una garantía de certidumbre”. Asimismo, ASAJA Alicante reclama a las Administraciones una mayor implicación en la planificación de estos fenómenos, así como la concesión de ayudas directas que les permitan a los agricultores continuar a pesar de la adversidad y poder seguir llevando a cabo la actividad.
El presidente de ASAJA Alicante, José Vicente Andreu, puntualiza que las condiciones climáticas cambiantes y adversas hacen que “los cítricos alicantinos, de la Comunidad Valenciana, ya no sean tan perfectos”, pues aparecen marcas en la piel a consecuencia del viento o de alguna plaga, y a pesar de ser aptos para el consumo, las exigencias estéticas que impone el comercio les cataloga cada vez más como destrío, hecho que afecta gravemente la rentabilidad del agricultor.
A este problema se añade la incertidumbre de la falta de agua, el factor que más va a condicionar al cultivo del limón. “Si se nos complica el aporte hídrico del Trasvase Tajo-Segura en julio o agosto sería una catástrofe, porque es cuando engorda el cítrico. En caso de que no tenga el suficiente riego, el limón será de poca calidad, con un menor calibre y menos zumo”, concluye.
A la vista de la última reducción mensual de carácter arbitrario que ha anunciado el Ministerio de Transición Ecológica, por debajo de lo que autoriza la normativa, ASAJA Alicante recuerda que nuestra provincia está siendo la más castigada, pues las últimas decisiones del Gobierno “condenan a más de 30.000 hectáreas y 25.000 agricultores alicantinos sin agua del trasvase ni de la desaladora”.