Las explotaciones de caprino ubicadas en la provincia de Alicante vuelven a causar gran interés en los mercados internacionales por la indiscutible genética de los animales. En su momento fue una actividad que ofreció rendimientos positivos a la ganadería alicantina, sin embargo, el gran incremento de los costes, sobre todo del transporte aéreo, dio al traste con la iniciativa.
Fue en 2016 cuando arrancaron las exportaciones. La base sobre la que se sustentaban eran las especiales características de la cabra murciano-granadina, que se cría en la provincia, la cual solo precisa beber un litro de agua para dar un litro de leche. Cantidad que contrasta de forma contundente con los cinco litros de agua que necesita una vaca para ofrecer este mismo rendimiento. A ello hay que añadir la fuerte resistencia a las enfermedades. Son, por tanto, cualidades que convertían a estos animales en idóneos para su adaptación a climas extremos como los que se registran en zonas tanto de África como del Oriente Próximo. Todos esos factores propiciaron que algunos ganaderos con explotaciones en Monóvar, Almoradí y Beneixama apostaran por la exportación, con envíos a países como Argelia, Arabia Saudí, Catar y Emiratos Árabes Unidos.
Este 2025, ha aumentado el interés por las cabras de nuestros ganaderos gracias a la buena labor de la Asociación Española de Criadores de la Cabra Murciano-Granadina (Acrimur) de la que nuestro vicepresidente Juan Luis Gimeno forma parte, así como al excelente estado de la cabaña ganadera y la calidad de la genética. La cabra murciano-granadina es una raza caprina española resultado del cruce entre la cabra Murciana y la Granadina. Se caracteriza por su alta producción lechera, su longevidad productiva y su adaptabilidad a diferentes entornos climáticos, especialmente en regiones áridas y semiáridas.
Desde el inicio del año cientos de cabras nacidas y criadas en Alicante han viajado a países como Argelia, Irán o Arabia Saudí, abriendo de nuevo una puerta que parecía haberse cerrado de manera definitiva.
En el caso de Marruecos, constan animales que requieren de la calificación de Riesgo Insignificante (RI) de Scrapie, con todos los análisis correspondientes realizados y acompañados de su correspondiente pedigrí, siendo este uno de los países que tiene el condicionante más duro a nivel sanitario. Gimeno afirma que es muy difícil exportar a Marruecos «porque la analítica que piden y que tenemos que asumir económicamente es más cara que lo que se obtiene por la venta de la cabra». Para ASAJA Alicante, este dato es una prueba más de la permisividad extrema que tiene España y la UE con productos hortofrutícolas de terceros países, mientras ellos mismos nos imponen unas normas tremendamente estrictas. «Las exigencias que nos están poniendo hacen practicamente imposible que podamos realizar cualquier transacción comercial con este país».
Envíos diferentes, a través de intermediarios
Es por ello por lo que se han reanudado algunos envíos hacia Argelia, Irán y Arabia Saudí, reanudando unos vuelos que habitualmente salen desde los aeropuertos de Hospitalet o Zaragoza, y que requieren de un operativo logístico de elevada complejidad, empezando por la cuarentena obligada que tienen que pasar las cabras con el objetivo de evitar la propagación de enfermedades, lo que se lleva a cabo en naves especiales de la provincia de Albacete. Es después de pasar allí una cuarentena entre 40 y 50 días cuando son remitidas al aeropuerto, donde son encajonadas antes de ser introducidas en el avión.
Asimismo, más allá de los envíos aéreos, también se están realizando ventas al exterior por carretera o transporte marítimo a destinos como Portugal, Italia o Grecia.