Esta semana se han cumplido dos años de la fatídica DANA de 2019 que asoló la comarca de la Vega Baja, en la que hubo que lamentar seis pérdidas humanas, desaparecidos, daños materiales cifrados en 3.000 millones de euros y agrícolas, donde se contabilizaron unas pérdidas totales del sector agroalimentario de 550 M€… y parece que no hemos aprendido nada, porque si volviese a ocurrir otra DANA volveríamos a sufrir los mismos daños y consecuencias de entonces.
En su momento, la comarca devastada por el agua recibió la respuesta de un Gobierno que no escatimó en visitas, promesas, fotos en helicóptero para sobrevolar la zona y el anuncio a los medios de comunicación de un chorro de millones de euros en ayudas para los afectados, en lo que se suponía que iba ser un rescate al estilo “Plan Marshall” para la reconstrucción económica y social… que, 730 días después, no han llegado.
Ahora, nos asomamos a otra promesa por parte del President del Consell, Ximo Puig, que este mismo lunes anunciaba un total de 700 millones de euros de los fondos europeos para actuaciones que pongan solución a los problemas estructurales de la Vega Baja en momento de inundaciones, aunque no especificó cuáles ni cuándo, por lo que mucho nos tememos que este anuncio venga a ser otro producto de “marketing electoral” más, como, por ejemplo, lo ha sido el inservible Plan Vega Renhace. Porque, tras tantas promesas y nombres rimbombantes de comisiones y estudios, la realidad es que ni se ha puesto la primera piedra de nada ni hay un proyecto encima de la mesa con las obras hidráulicas que los agricultores y los técnicos demandábamos y sobre el que ejecutar alguna acción que minimice el impacto de otra DANA.
A día de hoy, no ha llegado el dinero a todos los afectados, no han llegado las infraestructuras necesarias y no se ha limpiado el río como le corresponde. De hecho, hace tan solo una semana, desde ASAJA denunciamos que la Confederación Hidrográfica del río Segura (CHS) no ha llevado a cabo ni una sola actuación en el último tramo de su desembocadura, donde las cañas, la broza y el lodo taponan por completo el ramal viejo, o lo que es lo mismo, la salida de emergencia donde desembocan seis azarbes que evacúan toda el agua de la comarca de la Vega Baja, por lo ASAJA alerta de que, si se volviese a producir otro episodio similar de lluvias torrenciales, la desembocadura del río Segura volvería a actuar de tapón, impidiendo el desagüe de las aguas de toda la comarca al mar.
Cuando me preguntan si nos hemos recuperado, siempre respondo lo mismo. Lógicamente la gente ha tenido que tirar para adelante y salvar la situación como buenamente ha podido. La gente tiene que comer, mantener familias… Pero, por ejemplo, en lo que agricultura se refiere, estos dos años han pasado lentos y se han quedado muchos en el camino. De hecho, a día de hoy, todavía sufrimos las consecuencias y se nos están muriendo muchísimos de los limoneros jóvenes de la Vega como consecuencia del anegamiento del agua durante más de diez días. Muestra de ello es el importante descenso de cosecha en la presente campaña de la variedad Verna, que alcanza el 50%, pasando así de unas 130.000 toneladas que se produjeron el pasado año, a 60.000 o 70.000 que se esperan recolectar este ejercicio.
Mención especial en este aniversario merecen los agricultores de hortalizas, la mayoría sin seguro agrario (más del 95%), puesto que es una línea que no resulta rentable. Para ellos no ha habido ayuda que valga, porque todas estaban vinculadas a la tenencia de la póliza con el Sistema Nacional de Seguros Agrarios. Muy triste, ya que era a través de este cultivo mediante el cual estábamos consiguiendo un relevo generacional importantísimo con la incorporación de jóvenes. Hoy, la mayoría de ellos se han visto obligados a buscarse la vida en otros sectores para poder comer.
Como conclusión, la DANA fue un fenómeno meteorológico adverso muy severo, pero hay acciones humanas a nuestro alcance que podrían minimizar sus efectos. Para ello, lo hemos dicho por activa y por pasiva, hay que abordar las obras para protegernos de las fuertes lluvias. Volverá a ocurrir otra DANA y volverán a echar la culpa a la naturaleza, cuando con acciones humanas adecuadas y responsables se puede minimizar el daño en un 90%.
Y todo sea dicho, cuando en un país desarrollado como España se produce en una misma zona la confluencia constante de episodios de inundaciones y escasez hídrica estructural, como ocurre en la Vega Baja, repercutiendo ambas y de forma intrínseca en importantes pérdidas a nivel social y económico, lo que tenemos sobre la mesa es un claro problema de gestión de planificación y de gobernanza sobre este asunto de las autoridades competentes. Porque, aunque sabemos que las actuaciones a realizar pueden alcanzar varios centenares de millones de euros, estos se verían compensados con tan solo mitigar el próximo evento, que antes o después ocurrirá.
José Vicente Andreu
Presidente de ASAJA Alicante – Jóvenes Agricultores